jueves, 10 de marzo de 2011

RAMÓN




Hoy los niños se quedan a dormir con Ramón. Normalmente están con él toda la tarde del miércoles y vienen a dormir a casa, pero como estamos en la semana blanca y no tienen colegio han querido quedarse para jugar con la Wii. Yo la tengo prohibida en casa, por lo cara que es  y porque prefiero que lean y vean cine.
No he visto a Ramón, pero hemos hablado por teléfono. Me ha preguntado que tal estoy y le he pedido perdón por lo del otro día, cuando le dije que le echaba de menos en algunas cosas. Me ha dicho que no hay nada que perdonar, que si lloró es porque se siente un poco culpable por el giro que le dio a mi vida. No se si será porque han pasado casi siete años, pero ya no lo veo como culpable de nada. Las cosas pasan sin más.

Era finales de julio, hacia casi un mes y medio que había nacido Ricardo. El calor era pegajoso eso lo recuerdo bien. Ramón estaba haciendo la siesta en el sofá y yo estaba en el dormitorio probándome bañadores y constatando que todavía no estaba recuperada, me veía como una foca. Al día siguiente nos íbamos de vacaciones a un apartamento que habíamos alquilado en Blanes. 
No se con que pretexto cogí el móvil de Ramón, no sé si para hacerme fotos en el espejo con los diferentes bañadores, o a lo mejor los móviles aún no tenían cámara e iba a llamar a alguien...El caso es que lo vi, un mensaje de una tal G.: “No creo que pueda aguantar quince días, a lo mejor cuando una mañana bajes a buscar el pan te estaré esperando con la barra” No entendía del todo el mensaje, ni quien coño era G., pero lo que tenía claro es que lo iba averiguar. Cogí a mi hija que estaba jugando en su habitación, la lleve a casa de la vecina y la deje allí con la excusa de que se despidiese de su amiga Carlota. Después volví a casa y envié el siguiente mensaje a G, o algo parecido: “Te espero en casa, estoy solo, me daría morbo hacerlo en mi cama. La dirección es.. xxxx . No me llames así es más excitante”.
Me arriesgaba a que no fuese una amante o a que ya hubiese estado en casa y me pillase, pero confiaba en que Ramón no se hubiese atrevido a tanto.
 Ahora recuerdo que, nada más apretar el enviar, me arrepentí de no haber despertado a mi marido y haberle pedido una explicación en lugar de urdir aquel vodevil. Pero eso ya daba igual, el zumbido de su móvil me informó que el último acto estaba a punto de empezar: G:”ufff, que morbazo, espérame en toalla, pillo la moto y voy”

Veinte minutos de espera. Parecieron horas. De la ventana del dormitorio que daba a la calle a la mirilla de la puerta de entrada, pasando por el salón y mirando a Ramón dormido, ajeno a todo... Y vuelta a la ventana...y a la mirilla...
Hasta que por fin picaron a la puerta y....

No sé quien se sorprendió más cuando abrí la puerta, si G al ver a Elvira vestida en lugar de a Ramón en toalla o yo al descubrir que la G era de Germán.

Han pasado casi siete años. Ramón y Germán viven juntos, yo algunas veces voy a su casa y al picar la puerta pienso: “ ¿Y si no hubiese enviado aquel mensaje?”


Elvira Cordero

1 comentario:

  1. no quiero parecer pesado, pero me da igual, pq yo también tuve una amiga Charo durante un tiempo que me acompañaba de viaje cuando iba por las Europas en solitario (totalmente verídico, hablaba con ella como si existiese), no puedo dejar de leer este capítulo!

    ALB.

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