Hoy he pedido hora con Marga, la Psicóloga/coach que averiguó que mi
problema con los hombres era culpa de un cuento infantil (“La ratita presumida”).
La decisión la he tomado un poco por aburrimiento, un poco por esnobismo
y un bastante porque tengo la sensación de que los cimientos que creía firmes
no lo son tanto y que tengo muchas cosas enterradas que no están solucionadas.
……
Ayer le dije mi intención de adoptar una niña china a Ramón y puso el
grito en el cielo. No entiende como teniendo dos hijos propios a los cuales no
les hago ni caso (él dijo "puto caso"), se me pasa por la cabeza adoptar a alguien. Yo tampoco lo
entiendo muy bien, aunque analizándolo, ayer por la noche, llegué a la conclusión
que lo que realmente deseo es comenzar de nuevo algo, lo que sea… Que necesito
darle un nuevo rumbo a mi vida, otra vez… Y escribo “otra vez”, porque este
sentimiento no es nuevo, ha sido repetitivo a lo largo de mi vida. (En
demasiadas ocasiones, jodiendo muchas cosas por esos cambios)
……
Hoy he pedido hora con Marga, la Psicóloga/coach que averiguó que mi
problema con los hombres… bla bla bla… Y me he acordado de la primera vez en mi
vida que quise ir a un psicólogo y se lo dije a mi tía María José llorando,
mientras le enseñaba una serie de cuentos que había escrito. Por aquel entonces
yo debería tener unos trece o catorce años. Creía estar mal de la cabeza por
estar escribiendo cuentos a escondidas. Muchas veces me pregunto ¿En qué clase
de entorno me crié que pensaba que escribir merecía una cura psicológica?
Todos aquellos cuentos hablaban de desamor, un sentimiento que yo ya
conocía al ser engañada por mi noviete con una de mis amigas. No eran cuentos
autobiográficos, ni mucho menos, era ficción pura y dura como toda yo. (Si
encuentro uno titulado “Una rosa en la ensalada”, mañana lo cuelgo)
Pero me avergonzaba profundamente de escribir aquello, de tener la
necesidad de contar mentiras que le pasaban a gente que no existía… De mismo
modo que ahora me avergüenzo de ser tan sumamente sincera con la gente real que
me encuentro a mi paso.
Dos razones distintas, pero una misma necesidad, ir a un profesional
para que me ayude a cambiar.
…..
Ser sumamente rara me limita mucho la vida.
….
Hoy he pensado en cambiar la adopción por la compra de un perro, pero me
da pereza tener que estar todo el día recogiendo pelos en casa y cacas en la
calle.
Ni se lo he comentado a Ramón porque me mata directamente. Tiene la
sensación que ni yo misma me tomo en serio.
Pero no hace falta que abra la boca para que él sepa como estoy, lo que
pienso o como me siento. Hoy al verme llegar me ha dicho: ”¡Mala noche!”. Yo le
he enseñado mi bonita sonrisa, porque la verdad es que tengo una sonrisa de “pillina”
muy bonita, y le he dicho: “Creo que soy la más lerda del mundo lerdo” a lo que
él me ha contestado: “Sin duda, haz vacaciones la semana que viene”
Y, aunque no he dicho ni que sí ni que no, estoy dándole vueltas a la
idea. ¿Me conviene tener tiempo libre en mi estado emocional? Y mi respuesta ha
sido: “¿No vas a pagar una profesional?, pues que decida ella”
Elvira Cordero. (De profesión lerda)
(Foto: Nicole Kidman, en The Hours de Stephen, caracterizada de Virginia Woolf tan loca como yo, pero un poco mejor escritora)