Yo venía por la calle. Delante mío caminaba un pareja con un niño de unos seis años en medio, ambos adultos lo llevaban cogido de la mano.
Me han recordado a Ramón y a mi cuando mi hija era pequeña y he sacado el móvil para hacerles una foto, pero en ese instante la mujer se ha separado de ellos, se ha acercado al borde de la acera, ha parado un taxi y antes de subir les ha dicho: “Yo me voy”, a lo que el hombre ha contestado: “Sí, mejor”.
Por unos instantes me he quedado petrificada intentando procesar lo sucedido por si me había perdido algún detalle. Y dada como soy a hacer suposiciones he decidido que la mujer no era la madre del niño, que sólo era un rollo del padre y que estaba harta de los dos. Pero me equivocaba, porque el taxi, con la mujer dentro, ha parado en el semáforo siguiente y el niño ha corrido para, desde la acera, moviendo su manita despedir a su madre: “Adiós,mamá”... Ella ni se ha percatado, estaba riendo con el taxista.
He disfrutado con la escena, como si fuese ficción y es que hace tanto que no voy al cine.
ELVIRA CORDERO
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