martes, 4 de septiembre de 2012

LOCA DE ESCRIBIR




Hoy he pedido hora con Marga, la Psicóloga/coach que averiguó que mi problema con los hombres era culpa de un cuento infantil (“La ratita presumida”).

La decisión la he tomado un poco por aburrimiento, un poco por esnobismo y un bastante porque tengo la sensación de que los cimientos que creía firmes no lo son tanto y que tengo muchas cosas enterradas que no están solucionadas.

……

Ayer le dije mi intención de adoptar una niña china a Ramón y puso el grito en el cielo. No entiende como teniendo dos hijos propios a los cuales no les hago ni caso (él dijo "puto caso"), se me pasa por la cabeza adoptar a alguien. Yo tampoco lo entiendo muy bien, aunque analizándolo, ayer por la noche, llegué a la conclusión que lo que realmente deseo es comenzar de nuevo algo, lo que sea… Que necesito darle un nuevo rumbo a mi vida, otra vez… Y escribo “otra vez”, porque este sentimiento no es nuevo, ha sido repetitivo a lo largo de mi vida. (En demasiadas ocasiones, jodiendo muchas cosas por esos cambios)

……

Hoy he pedido hora con Marga, la Psicóloga/coach que averiguó que mi problema con los hombres… bla bla bla… Y me he acordado de la primera vez en mi vida que quise ir a un psicólogo y se lo dije a mi tía María José llorando, mientras le enseñaba una serie de cuentos que había escrito. Por aquel entonces yo debería tener unos trece o catorce años. Creía estar mal de la cabeza por estar escribiendo cuentos a escondidas. Muchas veces me pregunto ¿En qué clase de entorno me crié que pensaba que escribir merecía una cura psicológica?

Todos aquellos cuentos hablaban de desamor, un sentimiento que yo ya conocía al ser engañada por mi noviete con una de mis amigas. No eran cuentos autobiográficos, ni mucho menos, era ficción pura y dura como toda yo. (Si encuentro uno titulado “Una rosa en la ensalada”, mañana lo cuelgo)

Pero me avergonzaba profundamente de escribir aquello, de tener la necesidad de contar mentiras que le pasaban a gente que no existía… De mismo modo que ahora me avergüenzo de ser tan sumamente sincera con la gente real que me encuentro a mi paso.

Dos razones distintas, pero una misma necesidad, ir a un profesional para que me ayude a cambiar.

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Ser sumamente rara me limita mucho la vida.

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Hoy he pensado en cambiar la adopción por la compra de un perro, pero me da pereza tener que estar todo el día recogiendo pelos en casa y cacas en la calle.

Ni se lo he comentado a Ramón porque me mata directamente. Tiene la sensación que ni yo misma me tomo en serio.

Pero no hace falta que abra la boca para que él sepa como estoy, lo que pienso o como me siento. Hoy al verme llegar me ha dicho: ”¡Mala noche!”. Yo le he enseñado mi bonita sonrisa, porque la verdad es que tengo una sonrisa de “pillina” muy bonita, y le he dicho: “Creo que soy la más lerda del mundo lerdo” a lo que él me ha contestado: “Sin duda, haz vacaciones la semana que viene”

Y, aunque no he dicho ni que sí ni que no, estoy dándole vueltas a la idea. ¿Me conviene tener tiempo libre en mi estado emocional? Y mi respuesta ha sido: “¿No vas a pagar una profesional?, pues que decida ella”

 

Elvira Cordero. (De profesión lerda)

 

(Foto:  Nicole Kidman, en The Hours de Stephen, caracterizada de Virginia Woolf  tan loca como yo, pero un poco mejor escritora)

 


A VECES SOY RARA




Llámame a las tres de la mañana

Llámame al mediodía

Llámame si no me encuentras

Llámame siempre, cada día

 

Hazme parte de tus penas

Hazme parte de tus alegrías

Hazme parte de tu vida

Hazte parte de la mía

 

No huyas de mis risas

No huyas de mis besos

No huyas de mis lágrimas

No huyas de mi vida

 

Querías conocerme

Querías ser mi amiga

Querías ser presente,

Pero era mentira.

 

No hieras si te hieren

No llores si te lloran

No rías si te ríen,

sólo si te hacen cosquillas.

 

(La muchacha de la nariz rara. Enrique Casasola)


ELVIRA CORDERO, copiadora.



(Foro: Rossy de Palma en KiKa de Pedro Almodovar. Esa pelicula que odias o amas)

lunes, 3 de septiembre de 2012

A MÍ LAS BUENAS PERSONAS ME PUEDEN


 

 

Sé que a mi entorno muchas veces les resulto ridícula por mi forma de afrontar la vida. Mi manera de manejar los sentimientos, siempre a flor de piel, saltando si red cuando sé que el salto vale la pena y sin pensar en la caída que siempre llega.  Pero si no fuese así no sería yo. Y cada día que pasa estoy más convencida que ser una misma es un valor muy en alza. Pero no un valor como el del oro que todos quieren poseer, es más como un libro de Boris Vian, de Salinger , una melodía interpretada por YoYo Man o una película de Antonnioni o Bermang.  Cosas al alcance de todos pero que muy pocos desean.
Así me siento hoy. Como un libro, una película o una melodía que todos pueden leer, ver o escuchar, pero a muy pocos les gusta o les remueven las entrañas hacerlo.

Anoche se lo contaba a Charo y ella me preguntaba si me importa no ser una mujer deseada por la mayoría. Le dije que no, pero creo que le mentí. Gustar a la mayoría implica tener más posibilidad de gustarle a la persona que te atrae, por lo tanto no debe estar nada mal ser una sex-symbol. Pero también es cierto que no renunciaría ni a un ápice de mi forma de ser, sentir y vivir a cambio de ser guapa. Bueno, quizás un poquito sí.

Hoy tengo la sensación de fin de verano. Me siento como en el último capítulo de “Verano Azul” con El Dúo Dinámico resonado en mi cabeza (“El final del verano llegó y tu partirás…”)
Pero no estoy triste, al contrario. Estaba deseando que finalizase y con él una etapa en la que he jugado a ser, en lugar de ser yo misma. Y lo peor de todo es que en ese juego he dejado una felicidad que me había costado mucho alcanzar.

Ahora llega mi vida de verdad. Mi cruda realidad, que afortunadamente no es nada cruda. En la cual hay muchas cosas que me hacer levantarme con una sonrisa y acostarme serena, soñando que antes o después unos brazos rodearán mi espalda y me susurrarán al oído: “Te quiero”

 

Elvira cordero (A veces el regalo más preciado es un espejo)

 

(Foto: Nawja Ninri en Piedras. “Y tengo ganas, pequeñas, pero ganas de empezar otra vez y olvidar que esta y cualquier ciudad está a veces tan triste como yo y notar que estoy cambiando, aunque solo sea un poco, bueno, si es mucho mejor”)