Hoy he oído al psicoanalista… Bueno, en realidad no es psicoanalista,
es una psicóloga conductista, aunque es sus tarjetas pone “coach” que queda
mucho más “trendi”… Pero yo que soy tan pro Woody Allen, me hace más ilusión
llamarla psicoanalista.
Nos invitó la jefa de Charo y la idea nos pareció graciosa e hippie. Hasta que una vez allí descubrimos
que en realidad eran un grupo de pijas que se morían por deshacerse de trastos
y a cambio conseguir un Birkin o un Kelly (Nombres de bolsos carisísimos, al
parecer)
Lo triste es que por muy pijas que fueses, no eran tontas y sabían
tener un gusto espantoso para deshacerse de objetos de valor.
Figuras de Lladró y chorradas de
Swarovski poblaban la mesa, junto a la
alfombra “imitación-persa” de Charo, mi maquina extrae huesos de cerezas
(utilísima dijesen lo que dijesen las repijas) y una sesión de “Coach” que
trajo una señora que parecía un poco alelada.
Tras un pica pica, escasísimo de tan selecto que era, llegó el momento
de decidir que se quedaba cada una… Y yo, sin importarme ser una mal educada y
con un malestar terrible en el cuerpo ante la idea de tener algo de Lladró en
mi casa, me abalancé sobre el tarjetón de “la sesión de “coach” tras darle un
empujón a una pretendida imitación de Barbie humana de casi sesenta años. Tonta de mí, pensaba que era una hora de entrenamiento con
un monitor chulazo, rollo portada del Men health… Que decepción…Maldita manía de usar el mismo nombre en inglés para
mil cosas… Alucinada me quedé cuando descubrí que era una sesión con una
psicóloga.
Y así fue como hoy conocí a Marga y averigüé de donde vienen mis
problemas para relacionarme con los hombres… Pero eso… eso… os lo contaré el
próximo día que ahora voy a una fiesta de “contra la crisis tuppersex” y llego
tarde.
(Foto: Isabelle Huppert en “Merci pour le chocolat”de Claude Chabrol.
Una protagonista muy yo)
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